Tratamiento del golpe de calor o insolación
Angel Vivancos García
Técnico Superior en PRL
Área de Actividades Preventivas Mutua Maz
Los síntomas iniciales de la insolación son dolor de cabeza, mareos
y náuseas.
Con el verano y las altas temperaturas, el riesgo de sufrir una
insolación o golpe de calor es también elevado, pues tanto la
excesiva humedad como el calor pueden provocar una deshidratación
del organismo.
La insolación se produce porque el organismo es incapaz de mantener
la temperatura y sube por encima de límites normales (40 o 41 ºC).
Si no se trata, puede producir daños en los órganos internos; cuanto
más tiempo pase, más graves pueden llegar a ser las consecuencias
que, en algunos casos, puede llegar a ser fatal.
Algunas personas son más susceptibles a la insolación como los
jóvenes, los mayores y las personas con sobrepeso. Dormir mal
también puede incrementar nuestro riesgo de insolación.
La prevención, como siempre, será nuestra mejor arma: utilizar ropa
cómoda y fresca, seguir una dieta equilibrada, ingerir bebidas
frías, sobre todo agua, caminar por las zonas de sombra si es
posible, evitar las horas de exposición solar más fuertes (entre las
12.00 a.m. y las 16.00 p.m.), etc.
Los síntomas de la insolación son, entre otros: desmayos,
agotamiento, náuseas o incluso vómitos, confusión y desorientación,
taquicardia, mareos, convulsiones, respiración rápida, piel
enrojecida, pérdida de la conciencia...
Para afrontar un golpe de calor leve, lo primero que tenemos que
hacer es eliminar toda la ropa posible de la persona que ha sufrido
la insolación; situarla en un sitio fresco, a ser posible también a
la sombra y cubrirla con una sábana fina. Colocar un ventilador
delante de ella mientras humedecemos su piel con una esponja húmeda
o un spray cargado con agua fresca, aplicar compresas de hielo en el
cuello, la espalda, la ingle y las axilas, ayudará a que comience a
recuperar su temperatura corporal. También puede sumergirse el
paciente en una bañera con agua fría e hielo.
*No se recomienda tomar el
sol durante al menos dos semanas tras haber sufrido una insolación.