En épocas invernales, se observa
un aumento en la tasa de absentismo laboral provocado en su
gran mayoría por resfriados y gripes, este tipo de
enfermedades son consecuencia de la bajada de la temperatura
y de los cambios bruscos de calor. Podemos estar en nuestro
puesto de trabajo a 22ºC y minutos más tarde al salir a la
calle estar expuestos a 5ºC, estas variaciones hacen que el
organismo gaste energía extra para mantener sus constantes y
se vuelve más vulnerable de contraer enfermedades.
Otro tipo
de bajas que se producen al llegar el frío, en menor número
que las anteriores, son las relativas a las contracturas
musculares, sobre todo las de espalda y cuello, (lumbalgias,
dorsalgias y cervicalgias).
Cómo actúa el organismo para defenderse de las bajas
temperaturas
El ser humano, debe hacer frente a los cambios climáticos y
condiciones de temperatura adversas, por lo que desarrolla
mecanismos para mantener una estabilidad interna, crucial
para el funcionamiento del metabolismo, es lo que se llama
homeostasis, para ello dispone de una glándula llamada
hipotálamo, situada en la base del cerebro, que se encarga,
entre otros procesos, de controlar el nivel de hambre, la
presión sanguínea, la tensión muscular, los niveles de
energía disponible, la temperatura corporal, etc. El calor
de nuestro cuerpo tiene que estar en un registro constante,
35,5ºC - 37ºC, si la temperatura de la piel cae por debajo
de 35ºC, el organismo lo detecta mediante unos receptores
térmicos situados en la misma e informa al hipotálamo, que
como se mencionó anteriormente, una de sus funciones es la
de termorregular, y se ponen en marcha una variedad de
respuestas para conservar el calor en el cuerpo y aumentar
su producción, estas incluyen:
La vasoconstricción
Consiste en un estrechamiento de los vasos sanguíneos con el
objetivo de disminuir el flujo de sangre y así minimizar la
pérdida de calor. En situaciones muy extremas de frío, el
cuerpo para sobrevivir, tiene que mantener por todos los
medios que los órganos vitales (corazón, pulmones, hígado,
riñones,..) sigan trabajando y para ello necesita que la
temperatura corporal esté entre 35,5 y 37ºC, una forma de
hacerlo es centralizar toda la sangre en estos órganos,
sacrificando los miembros más distales como, nariz, orejas,
manos, dedos, que al no recibir sangre se congelan con el
consiguiente peligro de pérdida.
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